En cualquier civilización el ser humano crece imitando las costumbres de sus padres y abuelos y se adapta y adopta la sociedad donde nació.
A medida que avanza la vida, todo cambia, los gustos cambia, cada ser decide, para bien o para mal, que camino seguir, siempre en base a referentes sean locales, nacionales o históricos.
Empresarios, políticos, deportivos, religiosos, cada parte de lo que conforma la vida de un individuo toma cuerpo propio y con esto, se traza el destino de esa vida que es corta, limitada y desde lo «global», insignificante, dentro de los miles de millones que conforman la población mundial.
Para cada ser humano es importante aferrarse a los llamados «referentes» que son esas personas que marcan de forma positiva lo que construye el ente social, sea este alguien vivo o fallecido.
El referente forma a la persona.
Sin embargo, contextos históricos provocan la decepción que algunos referentes vivos, personas que se creen, son positivas, caen en comportamientos bajos, traición, deslealtad, conspiración para lo mal hecho, se corrompen, se venden, deviniendo en todo lo contrario a lo que eran o hicieron creer, eran, terminando en el estiercolero de lo peor de la sociedad.
El comportamiento del ser humano puede cambiar por el contexto, sin embargo, cuando los seres humanos cambian sus principios, la coherencia muere y con ello, su prestigio… a partir de ese momento ya dejan de ser referentes positivos, sino de cuan fino es el límite entre quien logra hacer de su vida que oueda ser escrita cuan Jesús, o pasar al estiercolero de los Judas.